9 abr 2011

Escribir que escribe quien es escrito por quien a su vez lo fue y casi lo borran

Os voy a contar algo pero tenéis que prometerme que no se lo diréis a nadie, ¿de acuerdo? Se trata de lo siguiente: desde hace pocos años, quizá tres o puede que cuatro, no me acuerdo, vengo leyendo a Flann O'Brien. Primero compré un par de novelas suyas, La boca pobre y La vida dura, en una tienda de libros de segunda mano; ediciones ambas del Círculo de Lectores si no recuerdo mal aunque mi memoria está hecha un asco. Quedé subyugado o fascinado o algún otro participio florido y ñoño que tampoco recuerdo bien. Al buscar más de lo mismo, advertí que la editorial Nórdica había recientemente comenzado el proceso de reedición de las obras de este escritor irlandés fallecido hace 45 años. Pero cuán desagradable fue mi sorpresa al comprobar que lo que antes me había costado el precio de un paquete de tabaco ahora valía casi lo que un cartón, siendo el contenido el mismo, quizá con una letra algo más gorda. Debí consentir la estafa pues aquí al lado de donde escribo esta frase tengo El tercer policía y Crónica de Dalkey, novelas ambas editadas por la mencionada firma. Después reeditaron En Nadar-dos-pájaros, seguramente fue el año pasado porque creo que lo pedí como regalo de alguna celebración de las de ya rebasados los cuarenta.

No me lo regalaron, quizá mi familia esté harta de tanto libro o más bien indignada por su precio ridículamente elevado, injustificado además por tratarse de algo tan antiguo, editado por primera vez en lengua vernácula más o menos al tiempo en que estallaban las primeras bombas de la segunda guerra en la Europa del siglo XX. Así que no he podido leerlo hasta hace un par de semanas cuando, descartada la compra y el regalo e impedido por motivos profesionales para ir a la biblioteca y obtenerlo en préstamo, decidí probar una fórmula alternativa de lectura que consiste en teclear en el buscador la siguiente secuencia de caracteres: en nadar-dos-pájaros flann o'brien descargar; hacer clic en el tercer enlace empezando por arriba; hacer clic en el botón Descargar libro facilitado por ALIBEL56; seguir las instrucciones, son sólo diez segundos; obtener una copia del libro; leerlo de un tirón; destruir la copia del libro, o conservarla puesto que su dueño o dueña, ALIBEL56, no parece tener inconveniente en seguir prestando más copias a quien las quiera. Por ahora y hasta dentro de 1.052 palabras voy a quedármela, ya se verá por qué.

Como Nórdica parece haberse limitado a solamente transferir a papel nuevo con tipografía ergonómica la traducción original al castellano realizada para Edhasa en 1989 por José Manuel Álvarez Flórez, los compradores o prestatarios de este libro encontrarán una aguda interpretación de la obra nada más arrancar la lectura, en el prólogo de Eamon Butterfield, por lo que ahorraré detalles a este respecto aconsejando su consumo moderado y pausado. No obstante diré que esta novela de O'Brien es una obra genuinamente posmoderna y no proto-posmoderna. También es una obra literaria, no meta-literaria. Además es una novela afterpop y bastante pulp dado el intensivo uso que el autor hace del reciclaje de textos, del continuo juego con la iconografía irlandesa del momento, de la sátira brutal de su país, la literatura barata, el costumbrismo y todo lo que éste conlleva y de la inclusión de bastante violencia tintada de humor: si hay que hacerle caso y no veo por qué no haya que hacérselo, de la lectura tanto de esta como de las otras cuatro novelas apuntadas se deduce que Irlanda lleva más de un siglo ganándose a pulso su inclusión en el famoso cuarteto de ovejas negras de la UE: Portugal, Ireland, Greece y Spain (PIGS para los malpensados).

La acción transcurre mayoritariamente en la cama, durmiendo o leyendo o escribiendo; también en pubs o cervecerías, bebiendo, disertando y vomitando; y en las partes que O'Brien coge prestadas o directamente roba de otros autores la acción se sitúa en el campo irlandés, recitándose trozos de una antigua epopeya, saltando enormes distancias, comiendo bayas y hierbas y dándose y recibiéndose algunas palizas. Básicamente, tal y como indica el título de este artículo, se narra en primera persona la historia de un estudiante universitario que escribe una novela en la que el protagonista es un escritor que no sale de la cama; este último a su vez escribe novelas en las que reutiliza personajes tanto propios como de otros autores y de distintos géneros, creando un caos altamente satisfactorio y divertidísimo; personajes que, en un momento dado, deciden reescribir su historia introduciendo en ella al autor de sus existencias con el objetivo final de darle una soberana paliza, juzgarlo sumariamente y asesinarlo.

Puesto que es posmoderna, ¿es una novela difícil? No, en absoluto, difíciles son las recetas de la mayoría de libros de cocina y no suelen avisar de ello; y O'Brien, previendo las objeciones de los lectores, dice: “ha de tener usted en cuenta al hombre de la calle. Yo puedo entenderlo, el señor Lamont puede entenderlo, el señor Furriskey puede entenderlo..., pero, ¿y el hombre de la calle? Ah, demontre, tiene que ir muy pero que muy despacio si quiere que él le siga. Un caracol sería demasiado rápido para él, un caracol podría darle metros de ventaja”. Y, puesto que se trata de una novela posmoderna, ¿es un libro aburrido? Desde luego que no: Flann O'Brien fue un escritor que primó el enfoque humorístico en sus obras para, además de dotarlas de un aliciente adicional meramente lúdico, crear un armazón que actuase como contrapeso de un paradigmático sentido y propósito de la experimentación formal inaudito para su época; así por ejemplo: “Yo disparaba mis seis balas sin parar”, “Mi verdadero nombre es Hado Bueno, dijo el Hado Bueno. Soy un hado bueno”, “Es un gran hombre que no sale nunca de la cama, dijo. Se pasa día y noche leyendo libros y escribe uno de vez en cuando. Hace vivir con él en su casa a sus personajes. Nadie sabe si están allí en realidad o es todo fantasía. Un gran hombre”.

¿Quiere todo ello decir que hay que leer esta novela? La respuesta es sí. El propio O'Brien, por boca de unos de sus personajes, en un momento dado dice: “La mayoría de los autores malgastan su tiempo diciendo lo que ya se ha dicho... normalmente mucho mejor, además […] y se impediría eficazmente que charlatanes, escaladores y gentes de educación inferior pudiesen entender la literatura contemporánea”. Y algo más tarde: “Nadie leerá una cosa así, dijo Brinsley. Sí lo harán, respondí. Trellis quiere que este libro edificante lo lean todos, Se da cuenta de que un opúsculo puramente moralizante no llegaría al público. En consecuencia está introduciendo una gran profusión de indecencias en su libro. Habrá siete agresiones impúdicas por lo menos a chicas jóvenes y abundancia de lenguaje impropio. Habrá whisky y cerveza en abundancia”. En consonancia hizo algo que no se había hecho hasta el momento, en parte diciendo mediante destrozos sarcásticos lo que había sido dicho antes e incluyendo, sin ánimo de exhaustividad, whisky y cerveza en abundancia y un catálogo de pecados como el que sigue: “EMBRIAGUEZ, era adicto a la. CASTIDAD, carecía de. CHICOS, de la calle, se juntaba con los. CONVERSACIONES, licenciosas, realizadas por teléfono con funcionarias indeterminadas del Servicio de Correos y Telégrafos. ECLECTICISMO, amoroso, practicaba el. SUCIEDAD, todo género de, espiritual, mental y física, se recreaba en.” Como buen posmodernista que fue, despreciaba la santa pureza y sabía que son las cosas raras como ésa lo que se busca en un relato hoy día.

Cito, apunto y anoto estos pasajes, además de por ilustrativos para curiosos y merodeadores de la literatura, porque son significantes de un error habitual en la producción crítica sobre esta obra: considerar su continua mención y recreación en la novela como solamente denuesto del costumbrismo católico y pío irlandés de la época y no como lo que realmente son: inteligente tramoya tras la que O'Brien entreveró una feroz invectiva contra la práctica narrativa ortodoxa, pretendidamente demostrativa de una visión de la realidad por lo demás anquilosada y espuria. Lo que no podía hacerse sin abusar del caudal de humor que atraviesa la novela de principio a fin, ni sin la constante diversificación de la trama en diferentes niveles narrativos cuasi demostrativos de los más atrevidos (y recientes) delirios cinematográficos, y tampoco sin los evidentes reflejos cervantinos respecto de las diáfanas intromisiones de la ficción en la realidad.

Queridos amigos, extraños y entrañables lectores, hace más de setenta años ya se escribían algunas novelas como las que, sin conseguirlo, pretenden ser escritas hoy, más de setenta años después.

No se lo contéis a nadie.

2 comentarios:

Volianihil dijo...

"Lo moderno" es algo que se construyó a lo largo de cuatro siglos. Sé que puede sonar a lugar común, pero no deja de ser cierto.

Me lo apunto para leerlo en un futuro próximo. Espero que no se me pase. Y no es por ser chivato, pero recomendaré al menos esta crítica (ya que hasta que no lo lea no podré recomendar el libro). Tampoco es que me hagan mucho caso, así que soy un delator menor, a mi pesar.

Qué importante es el humor en la literatura (no me refiero al género en sí), por superador. Vaya, otro tópico. Era para recordarlo, lo siento.

José Luis Amores dijo...

Gracias por el comentario, Diego. Este es un libro hecho a base de tópicos entre cuyos objetivos está el de desmontar unos cuantos. Para empezar, el primer tópico es medieval, y el segundo es Irlanda aunque con un pase de manos podría decirse España o Francia o incluso Alemania. El último gran tópico, del que pocos nos damos cuenta, es la literatura: tópico de tópicos que O'Brien consigue destrozar con humor y sin pedantería.

Abrazo.

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