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2 dic 2010

Suomenlinna.txt


En ratos muertos estoy construyendo un vídeo sobre Suomenlinna, la última novela de Javier Calvo. Una novela corta: 96 páginas menos las diez del principio ocupadas por huecos en blanco, índice y una cita cojonuda: Here nature's naked, “Aquí la naturaleza 'tá en pelotas”. En realidad el vídeo es un crismas, pero voy tan lento que será mejor que cuente la idea, por si termino después de que abráis los regalos del 25.

Happy Christmas!


Hay una adolescente en su cuarto de adolescente. La adolescente no está viendo la tele, ni The Wicker Man ni tampoco está perdiendo el tiempo en Internet. Lo que está haciendo esa adolescente es escribir una carta. Una carta a Papá Noel, quien en realidad es Joulupukki en finés. Como no es cuestión de hacer ahora un casting de adolescentes, he pensado en nombrar protagonista a mi hija de diez años. Es tan alta como las adolescentes de ahora y creo que hará un buen papel. Mi hija, pues, está escribiendo esa carta a Joulupukki en castellano adolescente y con la novela bien visible al lado, Suomenlinna, que es la obra que inspira toda esta parafernalia. Aún no hay música porque he pensado que en este segmento sea la voz de la adolescente la que vaya contando lo que escribe en esa carta a Papá Noel. La niña garrapatea sobre el papel y como se va haciendo de noche pulsa el interruptor de un flexo rojo de IKEA. La cámara se separa del primer plano ahora iluminado y sale de la habitación por la ventana y, conforme se va alejando, el espectador advierte que la única luz encendida en la calle y en la ciudad y en el país y en todo el mundo es la de la bombilla del flexo rojo de IKEA de la habitación de la adolescente que escribe y a la par narra lo que se supone está vertiendo sobre el papel.

Con tal afán de alejamiento, ya estamos en el espacio exterior. Aparece la Bola del Mundo en su integral integridad, y sobre ésta un único punto luminoso que ya sabemos dónde está. Empiezan a encenderse más luces dentro de la Bola y comienza la música. Para esta parte he elegido el tema Frijôs Einsames Trauern, del álbum Hlidskjalf de Burzum(1), porque este dark ambient podría ser calificado, con gran esfuerzo, como navideño y además va fantástico con el background de black metal con que Javier ha pintado la novela. Las luces son amarillas, rojas, verdes, y parpadean ligeramente como las de un árbol de Navidad. La cámara sigue retrocediendo y van surgiendo una detrás de otra las primeras estrellas, como si las fuéramos colgando del árbol. Una Vía Láctea navideña iluminada levemente que, en el momento álgido de los tintineos de Burzum, se intensifica en un conjunto de puntos tal que forman una calavera y la cámara se acerca entonces a toda velocidad, cruzando años luz de materia oscura hasta llegar de nuevo a la Bola del Mundo, perforar sucesivas masas de nubes y dar de lleno en el mapa topográfico de la mismísima fortaleza de Suomenlinna, extraído del Google Earth.

Ahora, fundido a base de juegos de transparencias y opacidades, y cambio a un collage de trozos de un documental que he encontrado por ahí sobre este grupo de islas situado en el extrarradio de Helsinki. Aquí, mediante el manoseado recurso de la voz en off, voy diciendo más o menos lo siguiente:
  • Según la imaginación truculenta de Javier Calvo, en Suomenlinna vive Mirkka Rislakki, una Adolescente Problemática fan del Black Metal y de una película de terror inglesa rodada hace 37 años.
  • En la novela el autor no ha querido introducir metáforas. Pero al basarla sobre un estereotipo le han crecido aquéllas como los enanos en un circo: mitología, amores que se repelen, amores no correspondidos, movimientos patrios, aislamiento y obsesión y fetichismo, odio, xenofobia y racismo, pruebas de poder, destrucción.
  • El idioma finés tiene ocho vocales y la palabra No se dice Ei mientras que Sí se dice Joo. Quizá por eso a Santa Claus lo conocemos por sus exóticos Ho-Ho-Ho, que en realidad resultan ser unos eróticos Sí-Sí-Sí.
  • En Suomenlinna hay un grupo de black metal que se llama como la traducción castellana del nombre del Santa Claus original y primigenio, Las Cabras del Joulu.
  • Los adoradores rubios del black metal se tiñen el pelo de negro y, como todo post-adolescente que se preciara en su momento de ser adolescente, usan cinturones decorados con pinchos. Son pálidos sin ser nerds góticos. Están más allá de lo circunstancial gótico. Están casi de vuelta de lo dark. Un salvajismo monocorde les recorre las venas. Su brutalidad contenida quizá no tenga límites.
  • La primera vez que aparece Mirkka Rislakki en la novela lo hace conducida en un coche de policía. Viene de un correccional. Vuelve a casa por Navidad. Condicional y excepcionalmente.
  • Eso pasa al principio. Luego suceden y sucedieron otras cosas y Calvo va explicando algunos porqués. No todos, claro. Al lector siempre le debe quedar algo de tarea.
  • Javier Calvo aparece en la novela, en notas al pie. Ampliando algunas partes, pocas, o echándose en cara otras. Dos o tres veces escribe: «Tócate los cojones».
  • Suomenlinna es el remake de un ritual antiguo. O más bien su actualización. La latest version mejorada y remasterizada de historias legendarias protoescandinavas. Una Ur-fábula traída desde el lejano Norte del alma hasta las páginas de la novela.
  • Hay apéndices de Suomenlinna, material extra que no aparece en la novela aunque se insinúa. Este material se compone de coros, teclados, guitarras y gritos o spoken words.
  • Y también hay la versión novelada de una película inglesa de terror de hace 37 años, fantásticamente adaptada.
  • Porque lo que hay en Suomenlinna en realidad no cabe en sus 96(-10) páginas. Desborda. Se sale.
      Durante esta secuencia, la música de fondo se ha embrutecido. Me decido por utilizar un mix de dos temas de la banda Bathory: el primero se titula Born to Die, y pertenece al Volumen I de In Memory of Quorthon (alias del fundador de la banda, fallecido en 2004 a los 38 años de edad); y el segundo es Nordland, del álbum del mismo título, en el que hay una definitiva evolución hacia un black metal regional denominado Viking Metal. Contra un paisaje idílico y veraniego (pues no tengo otro), una cantora de runas aparece cada vez que hay voces rajadas y guturales. Muestro una aurora boreal. En los punteos, muestro la portada de Suomenlinna dando vueltas, enloquecida. Y una foto de Javier Calvo retumbando con los golpes de la batería. También quiero montar imágenes de Odín caminando, y a su hijo Thor dando mazazos con el Mjolnir (el Triturador). Entre unas y otras, edificios de Helsinki, turistas, saunas y más paisajes y renos y nieve.



      Terminamos con un doble fundido audiovisual. Mientras la cámara se aleja de Suomenlinna por cortesía del Google Earth y vuelve hacia la habitación de la adolescente que escribe, el volumen de la música de Bathory desciende y es reemplazado por dos pistas de audio in crescendo. De nuevo Burzum. Otra vez la voz narradora en off de la adolescente. Ambas superpuestas a los ya casi extintos gritos de Bathory. Pero la niña ya no lee ninguna carta escrita a Papá Noel, sino una medley de frases de Suomenlinna. Ésta:

      «Ya no tiene sentido explicarles a sus padres que ya no son su familia. Que una familia de vedad es un árbol. Un árbol milenario. Hecho de pescadores y druidas. Ya no tiene sentido contarles a sus padres la Verdad del Norte. Que es el país más hermoso de la mente. Porque Norte y Sur son las únicas verdades absolutas. Estoy aquí, en el Lejano Norte de tu mente. En el Círculo Ártico de tu alma. Aquí la naturaleza está desnuda.»

      Fundido a negro

      Aunque tienen importancia en la novela, a Mayhem(2) me los reservo para los títulos de crédito, en donde a modo de bonus-track pienso colocar una parte de la interesante historia del grupo. De entre sus temas, he pensado en Pure Fucking Armageddon, principalmente porque es corto, pero me gustaría más A Grand Declaration Of War. Ya veremos. Lo voy decidiendo.

      Mientras tanto, recomiendo pedir Suomenlinna a Joulupukki, a.k.a. Santa Claus, a.k.a. Papá Noel.



      (1) Tiene un único integrante, Varg Vikernes. Las primeras grabaciones de Burzum salieron a la venta en 1991. El 21 de agosto de 1993, Vikernes asesinó a Øystein Aarseth (Euronymous) a puñaladas, por lo que fue condenado a una pena de 21 años de prisión, la máxima en Noruega, al descubrirse también su participación en la quema de tres iglesias. Euronymous era dueño de la discográfica Deathlike Silence, que sacó a la venta los primeros discos de Burzum, y miembro fundador de la banda de black metal Mayhem, en la que Vikernes colaboró como bajista. Los motivos del asesinato fueron desconocidos durante mucho tiempo, por lo que la prensa se entregó a todo tipo de interpretaciones. Sin embargo, tiempo más tarde cobró fuerza la hipótesis, a raíz de una carta dirigida a Vikernes escrita por un conocido de Aarseth, que Vikernes realmente lo asesinó en defensa propia. En la carta se afirmaba que Aarseth pretendía asesinar a Vikernes. En la carta también se hace mención a cómo Aarseth habría asesinado a un joven polaco por envenenamiento por cianuro. (Fuente: wikipedia.)

      (2) La noche del 8 de abril de 1991, Euronymous entró en el piso de Dead (vocalista de Mayhem) y se lo encontró muerto; tenía las muñecas rajadas y un tiro de escopeta en la cabeza. En la nota de suicidio que dejó, lo único que ponía era Sorry for all the blood (“disculpen toda la sangre”). Al parecer primero intentó cortarse la venas (en las muñecas y en el cuello) para desangrarse en un bosque cercano, pero como vio que tardaba demasiado en morir volvió a casa y se disparó con la escopeta. La reacción de Euronymous fue ir a comprar una cámara de fotos desechable y fotografiar el cadáver de Dead, que más tarde sería usado para el álbum en vivo semi-oficial Dawn of the Black Hearts. Hay quienes aseguran que Euronymous cogió trozos del cerebro y los cocinó para comérselo, y que hizo un collar con trozos del cráneo. El guitarrista dijo que encontrar a Dead muerto no le sorprendió, pues estaba seguro de que algo así ocurriría algún día. Según amigos y conocidos suyos, Dead era una persona extremadamente oscura, pesimista, negativa y que sufría de depresión crónica. El batería Hellhammer declaró, refiriéndose al suicidio: "En realidad no me sorprendí. Era un tipo extraño, siempre estaba hablando sobre los porfirianos y los castillos de los Cárpatos y cómo esta vida es sólo un sueño". (Fuente: wikipedia.)

      11 oct 2010

      Corona de flores


      Resulta apropiado rescatar ahora, en este preciso momento, esta novela de Javier Calvo, cuando en Hungría el desastre ecológico amenaza con convertirse en el mayor de todos los tiempos desde Chernobyl. El progreso, entendido como acción para mejorar nuestro presente destrozando la vida que nos rodea, tiene estos efectos colaterales: la tierra se tiñe de rojo, el cielo es una única nube gris marengo, respiramos un PH biológicamente prohibido, nuestro cuerpo cruje de dolor y lo acallamos con TEUVELOTIL (Derivado del No-Lotil; Posología: cuando duela; Precauciones: innecesario en plena naturaleza, si la encuentras; Contraindicaciones: no tomar mezclado con agua, la contaminación basal de la misma puede inhibir su efecto). Estamos rodeados de horror y desolación, de desgracia ajena y propia —aunque ésta no quiera reconocerse, o asumirse—, de un pasado vergonzoso y un futuro descorazonador. Estamos rodeados de mierda, y no cabe otro Plan B sino huir. A otros mundos que no sean este.

      De ahí el resurgimiento de todo lo que antaño hizo de calmante contra la realidad. Las viejas fórmulas alquímicas, enfrascadas en recipientes con latinajos impresos, atraen nuestra curiosidad. La velocidad se ralentiza en imágenes sepia. Una puertaventana da a una terraza con una balaustrada siniestra cuya cornisa está decorada con gárgolas y grifos. La vista pertenece a la ciudad de NeoGotham®. Abajo, protegido por capas de lluvia, tejados a dos aguas, faroles de gas, espesores de niebla, ruido de cascos de caballos, gente pobre y perros vagabundos, adoquines, ratas, alcantarillas, gente hambrienta, sótanos y gente muriéndose y catacumbas guardianas de la turbación de huesos anónimos, trabaja el científico loco de cuyas manos chorrea la sangre de vírgenes voluntarias. Un embozado desaparece tras la trasera de un edificio de ladrillo visto cubierto de liquen. Queda el eco de su imagen tiznada de una especie de humo tenue. Sí, se ha abierto el telón. Retrocedemos siglo y ¼ a la Barcelona pre-euclidiana que conocemos. Esto, ladies and gentlemen, es Corona de Flores. Benvinguts.

      La ciudad retratada por Javier Calvo en su penúltima novela es una BCN distinta de las recreadas por, a voleo, Eduardo Mendoza, Manuel Vázquez Montalbán o Carlos Ruíz Zafón. Aunque podríamos empeñarnos en buscar similitudes, fuentes, restos o, como gustamos decir ahora, reciclajes. Con la de Mendoza, le quitamos un trozo del ¼ a la época javierina y un antropólogo extravagante hallaría la caricatura de Onofre Bouvilla con sucedáneo de Amedio al hombro, trazas de humor cínico y un devenir ralentizado que se torna instantánea primigenia o precuela adventista de un revisionismo antisistema, características que podrían rendir honores compartidos al maestro barcelonés. Por otra parte, qué tipo de rasgo sino la ironía conecta mejor los dos mundos disímiles de Corona de Flores y Carvalho. Y cuál mejor que la sátira contra la mediocridad de La ciudad del viento adivinada detrás de cierta serie de tics perversos en la novela de Calvo: el escritor de folletines Almarrosa, trasunto estrambótico y risible del Carax zafoniano cuya imprenta, además, está emplazada en la misma calle que el romántico y cutre cementerio de libros olvidados. Leves tributos en unos casos, e ironía rotunda en otro, que ni siquiera sirven como punto de partida para dibujar la Barcelona gótica de Corona de flores.

      Dicen que hay un cambio en el Javier Calvo escritor de esta novela respecto del de las anteriores. Yo no lo sé, no puedo apreciarlo. Es la primera novela suya que leo, pero puedo decir que me ha gustado. Nuestro extravagante antropólogo podría dedicarse ahora a descuajaringar las páginas de C. de F. con el objetivo —en esta ocasión, nada desdeñable— de encontrar grupos de lectores a los que pudiera interesarles el consumo de la novela. Como si de ir abriendo cajones y puertas de armarios se tratase, va concluyendo lo siguiente:

      • La ambientación de la novela es deliberadamente gótica. Como en las letras de las canciones cuyos fans hicieron propia una estética ya presente en la literatura desde hace casi ¼ de milenio, Corona de flores mezcla entornos reales e imaginarios, lo plausible aupa lo inverosímil hasta otorgarle un aura de veracidad con la que el lector se sienta identificado y, la cara enlucida de palidez, labios encarnados y exceso de sombra de ojos, atuendos oscuros, herrajes y unos centímetros de vapor a ras del suelo, ocultando las botas negras hasta mediada la caña festoneada de hebillas metálicas, entienda que esa BCN es una Barcelona alternativa, cuya belleza sobrenatural no hallará otra explicación ni mejor desarrollo que la escritura inserta en las páginas que tiene entre manos (una visión exclusiva y de pase privado).
      • El escenario arquitectónico es fundamental para el enriquecimiento/enrarecimiento de esa ambientación. La luz, su ausencia, es otro de los recursos de que echa mano Calvo para perfilar mejor sus escenarios. Un plano de calles conocidas, de pasadizos ocultos, de hitos monumentales y hasta rudimentarios como faros en los que reconocer a la Barcelona genuina, no imaginada. Aplicado el correcto desenfoque gaussiano —o mirando el reflejo obtenido mediante un cristal de calcita—, el turista literario podrá adquirir inmejorables instantáneas mentales de nuestra más creíble capital literaria. Pues, con la venia de las grandes ciudades españolas literaturizadas (Madrid, Sevilla, Zaragoza, Valencia) y el permiso de las menores o en auge (Cádiz, Salamanca, Bilbao, Oviedo) es Barcelona, más que le pese al deporte nacional de la envidia, la que ocupa el puesto número uno en nuestro modesto ranking. Gracias a pocas buenas novelas, merced a muchas otras bastante malas e incluso pésimas pero del bon gust de los consumidores. Y gracias ahora a otra de las del primer grupo, esta de Calvo.
      • La estructura de la novela es sencilla. Corona de flores es legible sentado, de pie, esperando, caminando, acostado. Su audiencia, por esta sola característica, se ensancha mucho más allá del público fiel a Javier Calvo o a sus traducciones. En esta ocasión, Calvo se traduce a sí mismo y revela —por medio de jugarretas con medias luces y totales sombras, y recurriendo a cenizas espolvoreadas que bien podrían ser alegoría de la quema de anteriores filias— una narrativa que siempre estuvo ahí, en su lado oculto (The dark side of Javier Calvo), quizá aguardando a que el nombre de su autor fermentara para, así, poder germinar entre un respetable cúmulo —¿un túmulo?— de referencias que, aun siendo propias, y precisamente por ello más extrañas, la singularizaran. Que precediéndola la rodearan y, enfatizando su carácter dark, la iluminaran. Que...
      • Pero esa sencillez es engañosa, porque se basa solamente en su morfología. Como su portada, diseñada por Carmen Burguess, que muestra el busto de una niña con un tenue halo rojizo envolviendo su pelo peinado hacia atrás, contra un fondo en negro y cortado por un telón granate a la altura del arranque del pecho. La expresión de la niña es seria, a medio camino entre la acusación y la tristeza gótica. Es la cara de lo irremediable y definitivo. Es el ceño de la acusación sin fundamento pero qué culpable se siente uno al mirarla: yo no te he hecho nada, niñata; además, es como esos retratos victorianos que, da igual donde te coloques, siempre te están mirando fijamente, a ti, sí. Para saber qué se oculta tras ese telón, tras ese gesto —y para quitarse a la niña ésa de la vista, de la cabeza—, no basta darle la vuelta al libro con la excusa de leer la contraportada; es necesario abrirlo, leerlo, terminar el libro.
      • Leer y hacer cábalas con lo leído. Por qué Corona de flores, por qué 1877. Por qué Semproni —¿por el restaurante, por La Celestina?—, por qué Menelaus —¿por el rey espartano, por la mariposa nocturna?—, por qué Blokium —¿por su intento de bloqueo?—, por qué Inana —¿por la diosa?—... ¿Cuántos troyanos ha introducido Calvo en su novela, además de al propio Menelao anglificado? Es el merchandising de Corona de flores, su pasto añadido para estudiosos literarios, buscadores de mitologías, fanáticos de las referencias y los intertextos. Una novela ideal para decodificarla y compartir después su hermenéutica vía hash de BitTorrent.
      ¿A quiénes les gustaría, pues, con toda seguridad, Corona de flores? Antropológica, ontológica y canallescamente hablando, concluimos que: a los adoradores del metal gótico, del black metal, del heavy metal, del hard rock, del sinfónico, del clásico, del doom, del sound, del pop y de su after-tal; a los fans de Deep Purple, de Opeth, de Black Sabbath, de Iron Maiden, de Metallica, de Dream Theater, de Evanescence, de Roxette, de Lady Gaga; a los estudiantes/licenciados en Historia, o Medicina, o Arquitectura, o Psicología, o Economía, o Filosofía y Humanidades, o Filología, o Ingeniería, o Periodismo; a las lectoras de Muy Interesante, de Qué Leer, de Quimera, de La Vanguardia, de Público, de El País, de El Mundo, de ABC, de RevistaDeLetras, de Avui, de Diario Sur, de Diario de Cádiz, de La Opinión, de Elle, de Telva, de Science, de Marie Claire, de Viajar, de National Geographic; a los seguidores de Redes, de Informe Semanal, de Aquí no hay quien viva, de Águila Roja, de El hormiguero, del Canal Historia, de Nature, del MTV, de South Park, de Los Simpsons, de determinadas televisiones locales; a los oyentes de RNE3, de Ondacero, de la Ser, de RNE4, de PuntoRadio, de Radiolé, de RNE1, de Los 40 principales, de KissFM; a los lectores de El nombre de la rosa, de los libros de Italo Calvino, de César Vidal, de David Foster Wallace, de Matilde Asensi, de Thomas Ruggles Pynchon, de Rodrigo Fresán, de Haruki Murakami, de Julia Navarro, de El señor de los anillos, de Vladimir Nabokov, de Las teorías salvajes, de William T. Vollmann, de Flann O'Brien, de Providence, de Rick Moody, de Arturo Pérez Reverte, de Cees Nooteboom, de Juan Francisco Ferré, de Don DeLillo, de Neal Stephenson, de Eloy Fernández Porta, de Patricio Pron, de Bret Easton Ellis, de Enrique Vila-Matas, de Nick Hornby; a los seguidores del blog de Vicente Luis Mora, del del lector-malherido, del de Alberto Olmos, de bolmangani.blogspot.com, del de Enrique Dans, del de Sergi Bellver, de teoria-del-caos.blogspot.com, del de Pola Oloixarac, del de Ramón Buenaventura, de lamedicinadetongoy.blogspot.com, de elmundodejuanalmohada.blogspot.com, por supuesto de elblogdejaviercalvo.blogspot.com; a los jugadores de WarGames, de Trivial Pursuit, de póker, de mus, de cinquillo, cómo no de ajedrez, de Black Jack, de tenis, baloncesto, fútbol, voleibol, balonmano, pelota vasca, bolos, a los jugadores de juegos de rol; a los amantes de lo dark, de Pink Floyd, de lo gótico, de los cómics, de las traducciones de Javier Calvo, de Mondadori, de lo neopunk y lo punk a secas, del nu metal, de la política tripartita, progresista, verde, izquierdista o conservadora; a los revisionistas, a los mentalistas, a los viajeros, a los extranjeros, a los demiurgos, a los fans de David Lynch, a los catalanes y madrileños y andaluces, a todos los españoles, a los australianos que vieron el rodaje de El señor de los anillos, a los espectadores de Inception, a las señoras que leen a Agustín Fernández Mallo, a los asistentes al Festival de Cine de Sitges...; vale decir, a todo el mundo.

      Extracto de Corona de flores:

      «Semproni de Paula se acerca al Trasgo […]: “Quiero algo muy sencillo. Quiero ser gobernador civil. Voy a ser el gobernador antes de que acabe el año. Y para eso voy a encontrar a ese fill de puta de asesino de una vez. Con tu ayuda o sin ella. Así que tú decides.”»


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