A nosotros, mortales lectores, nos va el rollo voyeur. Queremos saber más sobre quienes escriben para entretenernos. Somos conscientes de nuestro papel pasivo, pero nos importa poco. Con todo, sólo por una vez, queremos joder en lugar de ser jodidos.
Para ello necesitamos a un escritor candidato. Que escriba bien y cuyos libros sean obras maestras. Estas dos premisas excluyen a los jóvenes. No importa si se trata de un cabrón, a condición de que no esté endiosado. Esto excluye a Javier Marías. Tampoco es necesario que el escritor esté vivo, pues siempre podemos recurrir a la ouija.
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