He leído estos días las tres novelas de Enrique Jardiel Poncela que Blackie Books ha publicado: Amor se escribe sin hache, ¡Espérame en Siberia, vida mía! y La tournée de Dios. Semejante revival deja a otros muchos revivals a la altura del betún. No sé por qué las autoridades educativas no han impuesto ya a Jardiel en la lista obligatoria de lecturas escolares. Los niños aprenderían ortografía, geografía, medicina, periodismo, artes gráficas, dibujo y educación para la ciudadanía riéndose. Y aprenderían que en España, antes, había gente que escribía cosas con fundamento.
De las tres novelas, todas buenísimas y desopilantes, me quedo, sin dudarlo (porque la duda ofende y porque sí), con La tournée de Dios. También porque en caso contrario debería escribir sobre las tres, y tengo prisa. Así que elijo la de Dios, obra cumbre del escritor que también trabajó en Hollywood.
El argumento es sencillo. Federico Orellana es un afamado escritor amigo de Perico Espasa, director de La Razón, Diario «Independiente», y homosexual (me refiero a Espasa (Perico)). Están ambos en el despacho del segundo conversando sobre diversas cuitas del primero cuando llega la noticia de que Dios se le ha aparecido al Papa de Roma para anunciar Su próxima venida al Mundo. Nadie le cree, ni siquiera la Guardia Suiza. Mientras se aclaran las cosas, Jardiel ofrece una retrospectiva de la vida de Orellana, quien se enamoró de Natalia Lorzain, actriz teatral con la que acabó casándose y teniendo un hijo. Pero Dios vuelve a aparecerse ante el Papa y esta vez hace un vaticinio sorprendente que curará a los escépticos de su escepticismo y dejará a medio mundo con la boca abierta. El Papa lo anuncia. El Mundo duda. La profecía se cumple: un milagro doble. Otra aparición y otro vaticinio aún más espectacular cuyas consecuencias son mundiales. Vuelve a cumplirse: múltiples milagros a pares. Paroxismo. Ola de conversiones en todos los bandos y colores. Anuncio divino del día y lugar exactos de la aparición de Dios —es un decir, Dios da pistas que, como siempre, hay que interpretar (y el Papa, experto en la palabra de Dios, la clava)—. Locura colectiva. Desbarre mundial. Cachondeo a mansalva. Efectos especiales dentro de un libro que ya no es un simple libro sino la novela más divertida que cabría leer en estos tiempos huérfanos de divinidad. Y pasan cosas, muchas cosas divertidas y sorprendentes tejidas narrativamente con una perspicacia sociológica y una agudeza extraordinarias. Dios es la leche, pero los hombres, Sus hijos, no se quedan atrás, y se lía la de dios. Nada debería sorprendernos ya, pero la deriva argumental y las fundamentaciones de Jardiel son, sí, sorprendentes. Y humorísticas hasta provocar tos y convulsiones.
No he destrozado nada contando parte de la trama porque, aunque la trama tenga una importancia capital en el conjunto de la novela, lo más importante (the point) es la manera en que Jardiel cuenta y cómo fundamenta. Un polimegaestilo cuya inventiva no decae sino que aumenta con el pasar de páginas. El ingrediente perfecto para meterle al lector entre pecho y espalda una lúcida reflexión sobre la condición humana disfrazada de hipótesis narrativa. Una reflexión que abarca temas tan dispares como la política, el Gobierno, el mundo del espectáculo, la masa, la adoración, la información, la Historia, el amor y el Hombre. Y más, mucho más (no hay que olvidar nunca el título de la novela).
A quienes pudiera preocupar la posible irreverencia de la novela les diré que en realidad el grado de blasfemia de Jardiel para con el asunto fervoroso es, según lo veo —puedo equivocarme—, mínimo e indispensable, puesto que su objetivo es bien otro y queda patente en el prólogo a la novela: “PRÓLOGO EN MESA REVUELTA. EL CAMPO, LA REPÚBLICA, LAS DERECHAS, LAS IZQUIERDAS, ESTE LIBRO, SU AUTOR, DIOS, LOS ATEOS, EL COMUNISMO Y LA HUMANIDAD”. En este prólogo, ya susceptible de ser editado por sí mismo de manera separada en revista seria que se precie, se avisa: “ESTE LIBRO NO ES UN LIBRO ANTIRRELIGIOSO”. Lo copiaría íntegro, pero creo que eso es ilegal y además me da pereza… Diré que ahí Jardiel da las claves de por qué una novela así y con ese cartel. El recorrido histórico-sociológico —y en parte filosófico— es perfecto y desternillante. Todo para llegar al punto (the point) culmen de su disertación prologuística:
Y empieza la novela. Aunque antes hay una
El lector va a observar que la numeración de capítulos de la presente novela no guarda un completo orden correlativo […]
Por lo demás, el hilo de la historia se desarrolla normalmente y su lectura tal como aparece es sencilla, rítmica y apropiada para lectores tranquilos y sedentarios.
Sin embargo, existen lectores inquietos y de imaginación ardiente.
A ellos les repugnará la forma normal de leer, y les recomiendo, encantado, dos sistemas nuevos, que son los siguientes:
1º. Leer saltando de capítulo a capítulo […]
2º. Desencuadernar el ejemplar, alterar las páginas […] y […] emprender la lectura.
Finalmente, aún hay otro sistema: coger el libro sin leerlo y arrojarlo por el balcón.
Pero no está bien que yo recomiende este último sistema.
Ya lo recomendarán mis compañeros.
No le hagáis caso. Yo recomiendo leerla, como entretenimiento y para acumular materia de reflexión. También para que las lágrimas las provoque esta vez la risa. Además, cada producto editorial de Blackie Books es un lujo en sí mismo (otra manera de evitar la piratería, porque el libro como objeto tangible se mete por los ojos y sobarlo es un placer inaccesible a través de una pantalla).
Por mi parte, voy a ir poniendo cada ejemplar de estos al lado de la colección de SUPER HUMOR que tengo en la estantería Billy “DeLuxe”, justo al lado de los mejores libros leídos y aprovechados de los últimos tiempos. Ja.
De las tres novelas, todas buenísimas y desopilantes, me quedo, sin dudarlo (porque la duda ofende y porque sí), con La tournée de Dios. También porque en caso contrario debería escribir sobre las tres, y tengo prisa. Así que elijo la de Dios, obra cumbre del escritor que también trabajó en Hollywood.
El argumento es sencillo. Federico Orellana es un afamado escritor amigo de Perico Espasa, director de La Razón, Diario «Independiente», y homosexual (me refiero a Espasa (Perico)). Están ambos en el despacho del segundo conversando sobre diversas cuitas del primero cuando llega la noticia de que Dios se le ha aparecido al Papa de Roma para anunciar Su próxima venida al Mundo. Nadie le cree, ni siquiera la Guardia Suiza. Mientras se aclaran las cosas, Jardiel ofrece una retrospectiva de la vida de Orellana, quien se enamoró de Natalia Lorzain, actriz teatral con la que acabó casándose y teniendo un hijo. Pero Dios vuelve a aparecerse ante el Papa y esta vez hace un vaticinio sorprendente que curará a los escépticos de su escepticismo y dejará a medio mundo con la boca abierta. El Papa lo anuncia. El Mundo duda. La profecía se cumple: un milagro doble. Otra aparición y otro vaticinio aún más espectacular cuyas consecuencias son mundiales. Vuelve a cumplirse: múltiples milagros a pares. Paroxismo. Ola de conversiones en todos los bandos y colores. Anuncio divino del día y lugar exactos de la aparición de Dios —es un decir, Dios da pistas que, como siempre, hay que interpretar (y el Papa, experto en la palabra de Dios, la clava)—. Locura colectiva. Desbarre mundial. Cachondeo a mansalva. Efectos especiales dentro de un libro que ya no es un simple libro sino la novela más divertida que cabría leer en estos tiempos huérfanos de divinidad. Y pasan cosas, muchas cosas divertidas y sorprendentes tejidas narrativamente con una perspicacia sociológica y una agudeza extraordinarias. Dios es la leche, pero los hombres, Sus hijos, no se quedan atrás, y se lía la de dios. Nada debería sorprendernos ya, pero la deriva argumental y las fundamentaciones de Jardiel son, sí, sorprendentes. Y humorísticas hasta provocar tos y convulsiones.
No he destrozado nada contando parte de la trama porque, aunque la trama tenga una importancia capital en el conjunto de la novela, lo más importante (the point) es la manera en que Jardiel cuenta y cómo fundamenta. Un polimegaestilo cuya inventiva no decae sino que aumenta con el pasar de páginas. El ingrediente perfecto para meterle al lector entre pecho y espalda una lúcida reflexión sobre la condición humana disfrazada de hipótesis narrativa. Una reflexión que abarca temas tan dispares como la política, el Gobierno, el mundo del espectáculo, la masa, la adoración, la información, la Historia, el amor y el Hombre. Y más, mucho más (no hay que olvidar nunca el título de la novela).
A quienes pudiera preocupar la posible irreverencia de la novela les diré que en realidad el grado de blasfemia de Jardiel para con el asunto fervoroso es, según lo veo —puedo equivocarme—, mínimo e indispensable, puesto que su objetivo es bien otro y queda patente en el prólogo a la novela: “PRÓLOGO EN MESA REVUELTA. EL CAMPO, LA REPÚBLICA, LAS DERECHAS, LAS IZQUIERDAS, ESTE LIBRO, SU AUTOR, DIOS, LOS ATEOS, EL COMUNISMO Y LA HUMANIDAD”. En este prólogo, ya susceptible de ser editado por sí mismo de manera separada en revista seria que se precie, se avisa: “ESTE LIBRO NO ES UN LIBRO ANTIRRELIGIOSO”. Lo copiaría íntegro, pero creo que eso es ilegal y además me da pereza… Diré que ahí Jardiel da las claves de por qué una novela así y con ese cartel. El recorrido histórico-sociológico —y en parte filosófico— es perfecto y desternillante. Todo para llegar al punto (the point) culmen de su disertación prologuística:
"LA HUMANIDAD
ESTÁ COMO
U N A
LA HUMANIDAD ES MÁS REPUGNANTE Y DESPRECIABLE CADA DÍA.
LA HUMANIDAD DA ASCO.
Y lo más triste es que uno pertenece a la Humanidad.
¡¡Qué pena tan grande!!”
LA HUMANIDAD DA ASCO.
Y lo más triste es que uno pertenece a la Humanidad.
¡¡Qué pena tan grande!!”
Y empieza la novela. Aunque antes hay una
ADVERTENCIA
IMPORTANTÍSIMA
(QUE NO HACE FALTA LEER)
El lector va a observar que la numeración de capítulos de la presente novela no guarda un completo orden correlativo […]
Por lo demás, el hilo de la historia se desarrolla normalmente y su lectura tal como aparece es sencilla, rítmica y apropiada para lectores tranquilos y sedentarios.
Sin embargo, existen lectores inquietos y de imaginación ardiente.
A ellos les repugnará la forma normal de leer, y les recomiendo, encantado, dos sistemas nuevos, que son los siguientes:
1º. Leer saltando de capítulo a capítulo […]
2º. Desencuadernar el ejemplar, alterar las páginas […] y […] emprender la lectura.
Finalmente, aún hay otro sistema: coger el libro sin leerlo y arrojarlo por el balcón.
Pero no está bien que yo recomiende este último sistema.
Ya lo recomendarán mis compañeros.
No le hagáis caso. Yo recomiendo leerla, como entretenimiento y para acumular materia de reflexión. También para que las lágrimas las provoque esta vez la risa. Además, cada producto editorial de Blackie Books es un lujo en sí mismo (otra manera de evitar la piratería, porque el libro como objeto tangible se mete por los ojos y sobarlo es un placer inaccesible a través de una pantalla).
Por mi parte, voy a ir poniendo cada ejemplar de estos al lado de la colección de SUPER HUMOR que tengo en la estantería Billy “DeLuxe”, justo al lado de los mejores libros leídos y aprovechados de los últimos tiempos. Ja.
8 comentarios:
Gran Jardiel! Cito aquí una de sus maravillosas y certeras frases, visionarias, en este caso sobre el cine, escrita en 1933, para sus "Celuloides rancios", textos que luego rodó aunque, por desgracia, se han perdido... En el texto con gracia suprema titulado "Los ex presos y el expreso (Drama lleno de expresión)", escribe el maestro: "El cine acabará como empezó: ¡a tiros!". Qué visión, amigos...
Comparto tu visión, Mercé, y buscaré esos celuloides suyos, que no parecen estar tan rancios como el autor dijo.
Hola Jose Luis! si te da tiempo, o cuando lo tengas me encantaria una opinion tuya deAmor se escribe sin hache hace tiempo que lo tengo en mi mesita esperando un momento libre pero ya son tantos libros los que tengo asi que me esta costando trabajo decidirme por uno.
Un saludo
Esta semana voy a estar bastante atareado y sin tiempo para prácticamente nada, pero de acuerdo, lo intentaré (aunque de ti la leería sin más).
Saludos.
De acuerdo en la grandeza del prólogo. Además, está lleno de momentos increíbles (la primera entrevista, imbatible, o Dios haciéndose del Madrid, o tantos otros)y de esos juegos constantes de Jardiel. Con todo, lo que más me gusta es cuando la humanidad va perdidendo interés... es brillante, sin matices, sin peros. Si has leído esas tres y te han gustado, tiene que caer "¿Pero hubo alguna vez once mil vírgenes?", que también es desternillante.
Perdona, he quitado la moderación de comentarios (ya se han calmado las bestias, parece), y no me había dado cuenta de que habías comentado.
Seguro que leeré la de las vírgenes, gracias por recordarlo.
¿Qué me dices de Dios dando el discurso en la Plaza de Toros destruida, eh? Y menudo discurso. No es de extrañar, como bien dices, que la Humanidad vaya perdiendo el interés, como la gaseosa las burbujas.
Saludos.
Hace años que me regalaron "La tourneé de Dios" y recuerdo estar leyéndolo en sitios públicos sin poder evitar la risa. He leído mas novelas de Jardiel y aunque ninguna me ha decepcionado lo mas mínimo no son La Tourneé, tal vez por que no sabía de que iban ni la historia, ni el estilo y ambos me sorprendieron desde la primera página. Daría todo el oro del mundo por poder volver a leerlo con los mismos ojos de la 1ª vez.
Efectivamente, se trata de una novela "prodigiosa" en más de un sentido, y el resto de la obra de Jardiel no está "a la altura" de esta, tan divina.
Perdona el retraso en contestar, no me había dado cuenta hasta ahora del comentario.
Saludos.
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