Un escritor austriaco que no habéis leído decía que tenía la enfermedad de leer periódicos. De hecho, él mismo fue cronista de tribunales durante un tiempo, para ejercitarse en la cosa de escribir, pero también para no pasar hambre grande, inconcebible. Yo, esa insana costumbre, la perdí hace años por varias razones: (1) me quita tiempo para leer las tonterías que se les ocurren a las/los escritoras/es que me gustan, (2) cuesta dinero, algo de lo que nadie que se tenga como humano, como verdaderamente humano, puede vanagloriarse de disponer en exceso, y (3) un buen amigo me suscribió a la Vanguardia digital hace unos tres ejercicios contables, como regalo, y parece que continúa, por más que le recuerdo su detalle casi a diario, abonando la (mi) cuota, supongo que anual; por lo que, como dije, a diario recibo el diario como estipendio perpetuo, por ahora.
Con todo, hay una faceta de la actualidad en la que mi reticencia al gasto de tiempo y dinero se topa con el deseo no de estar al día, sino de saber, conocer, leer. Me refiero a las noticias literarias. Los blogs y las publicaciones digitales sobre literatura resultan una magnífica fuente de información, qué duda cabe, y a ellos/as estoy abonado como todo palabra-herido. Tampoco me olvido de coger Mercurio cuando voy a la librería, ni de mendigar las revistas en la biblioteca, a veces incluso mirando con malas pulgas al desaprensivo de turno que la ha cogido y parece que quisiera fotocopiarla con los ojos, o absorber su contenido mediante ósmosis impresa. Hoy, por ejemplo, he ido a la Biblioteca Provincial de Sevilla a la hora de comer (en ayunas, para así comulgar mejor con la palabra de vos), y he leído Quimera. Aparte de que aún reside en ella el eco de la experience del mes anterior, me han parecido geniales los artículos dedicados a Stanislaw Lem, encadenados como en una Jam Lem, o como en un Lem Fest en pleno Oktober Fest. He estado a punto de ponerme el traje regional y pedirle a la bibliotecaria una jarra bien fresquita. Os recomiendo su lectura, que no tiene desperdicio. También hay un artículo de Germán Sierra sobre el período de cierre/censura del blog de Juan Francisco Ferré, y otro de Ibrahím Berlín sobre Contraluz, de Thomas Pynchon, además de un montón de buenas críticas, reseñas, análisis, la mencionada doppler con VLM sobre el hoax setembrino, un presciente artículo sobre Mario Vargas Llosa, una crónica kilométrica de Patricio Pron sobre su personal encuentro con Herta Müller (a propósito de premios Nobel) en Madriz, y más, y más, y Mucho Maas...
2 comentarios:
Qué cosa ésta de los blogs. Tengo en mi escritorio de igoogle aproximadamente unos treinta enlaces a diferentes blogs: el 95% de literatura o cercanías, muchos ellos de escritores que me interesan mas o menos y por diversas razones. Cada día, cuando arranco el ordenador, soy testigo de la creación de la nueva editorial de una revista cuyas secciones elijo y distribuyo yo mismo. La tecnología móvil actual me permite visitar ese particular portal desde casi cualquier lugar en el que esté y a pesar de todo... ese papel, esa visita al quiosco cada primeros de mes... el sentarse en el banco del parque a leer muchas veces sobre cosas que ya habías anticipado en determinado blog...
Pero es cuestión de tiempo. Nuestros hijos harán lo mismo con el iPad o similar y su ilusión de cada mes será ir al quiosco y enchufarse a quien-sabe-qué-maquinucho para descargar la última revista de lo que sea y todo ese papel que acumulamos en el desván cargado de nostalgia hará una hermosa hoguera de San Juan cuando ya no estemos.
Crea tú esa revista, con contenidos propios y ajenos. No serían pocas las personas que la leerían.
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