El pasado miércoles fui a la presentación del último libro de Jesús Aguado en el Centro Andaluz de las Letras. Supuestamente lo acompañaría Juan Bonilla, a quien yo quería conocer pero que no pudo venir. La sala era amplia y confortable, con un lleno, digamos, mullido. Empezó hablando Antonio Rivero Taravillo, que dijo de Aguado que era Dios. Siguió Carlos Font, de Editorial Zut, a quien en sustitución de Bonilla le dio reparo leer un texto de éste redactado para la ocasión. El libro de Aguado había sido reseñado por Vicente Luis Mora en su blog. Dijo Aguado que muchos de los textos del libro, editados en orden alfabético, eran artículos ya publicados en La Opinión de Málaga. Leyó algunos poemas de Verbos, otro libro suyo. Leyó unos textos de Diccionario de símbolos, el nuevo libro, publicado por Paréntesis. Dijo que iba a por la cincuentena y habló de su familia. En una Moleskine falsa que me regalaron el día de Año Nuevo en la cabalgata de Londres, tomé notas para un relato de terror, para un relato nostálgico, para la crónica de un viaje, para mis Memorias, para un cuento sobre un tipo que toma el sol sobre una toalla, totalmente rodeado de gente a la que no conoce. Terminado el acto, tuve que pedirle paso a Garriga Vela para salir de allí. Una chica muy guapa estaba fumando en la puerta, casi en la calle.
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