Mañana cogemos nuestros aparejos, la mosca y las cañas y nos vamos a conocer a la Pesca de la Trucha en España. Aun cuando ha sido la propia Pesca de la Trucha en España quien me ha dicho que de Literatura no tiene ni idea. Pero yo sé que miente, pues en un mail de hace menos de una luna, creí reconocer las trazas plateadas y azules iridiscentes (¿se dice así?) de un ejemplar digno de la mejor Literatura.
Durante mucho tiempo sólo he ido a pescar trucha en Europa. Me planteé incluso conocer la Pesca de la Trucha en América y lo hice a través de un libro. Era pobre, de eso no hay duda. Y bebía lo suyo y lo de más allá. Pero me quedé con la sensación de que en cuestión de truchas —y sobre todo de truchas nuevas— aún estábamos en pañales.
Antes de valorar ese tipo de truchas de colores, esas truchas inquietas que no paran de aletear y remontar párrafos aun dentro de la misma página, es conveniente haber probado truchas viejas bien conservadas. Truchas amaestradas, por así decir. Son necesarios años de entrenamiento. Aquí sí que la experiencia es un grado. Lanzarse a conocer la Pesca de la Trucha en España sin tener el gusto de la Pesca de la Lucioperca en Austria, por ejemplo, es una insensatez. Digamos que es una insensatez tamaño folio. Faltos de referencias, quienes se dedicaron a ahondar en la epidermis de una Pesca de la Trucha Cualquiera, digamos la española o la anglosajona, acabaron aquejados de una autarquía crónica. Y eso es volver a las andadas, aunque hablemos de truchas y no de economía o política.
De ahí que primero haya recorrido caminos, andado miles de kilómetros buscando los mejores arroyos para la Vieja Pesca de la Trucha de Europa, para la Vieja Pesca de la Trucha en Hispanoamérica, para la Vieja Pesca de la Trucha en Asia y en África y en Oceanía. No me olvido de la Vieja Pesca de la Trucha en América del Norte, pues a ella también la conocí en profundidad, antes de a la Pesca de la Trucha en América.
Y ahora, tras un severo régimen equilibrado y variado, vamos a conocer a una Pesca de la Trucha castiza, ibérica y actual, pues está viva. El viaje de conocimiento nos llevará unos días: la Ida, la Pesca en sí, y la Vuelta. De paso pretendemos escabullirnos del calor tropical de aquí abajo, que aunque es mucho más liviano y llevadero que el sevillano o el extremeño o el cordobés —y da igual que los servicios meteorológicos institucionales y comunitarios se encarguen de dejarme por mentiroso; no les hagáis caso, siempre nos añaden los grados que sobran en otro sitio— no deja de ser un calor pesado e insoportable por momentos en medio del cual no hay forma de dedicarse a pescar trucha ni sardinas en lata.
Ya os contaré cuando vuelva. Eso será la semana del 22 de agosto.
Hasta entonces os deseo salud a todos.
Durante mucho tiempo sólo he ido a pescar trucha en Europa. Me planteé incluso conocer la Pesca de la Trucha en América y lo hice a través de un libro. Era pobre, de eso no hay duda. Y bebía lo suyo y lo de más allá. Pero me quedé con la sensación de que en cuestión de truchas —y sobre todo de truchas nuevas— aún estábamos en pañales.
Antes de valorar ese tipo de truchas de colores, esas truchas inquietas que no paran de aletear y remontar párrafos aun dentro de la misma página, es conveniente haber probado truchas viejas bien conservadas. Truchas amaestradas, por así decir. Son necesarios años de entrenamiento. Aquí sí que la experiencia es un grado. Lanzarse a conocer la Pesca de la Trucha en España sin tener el gusto de la Pesca de la Lucioperca en Austria, por ejemplo, es una insensatez. Digamos que es una insensatez tamaño folio. Faltos de referencias, quienes se dedicaron a ahondar en la epidermis de una Pesca de la Trucha Cualquiera, digamos la española o la anglosajona, acabaron aquejados de una autarquía crónica. Y eso es volver a las andadas, aunque hablemos de truchas y no de economía o política.
De ahí que primero haya recorrido caminos, andado miles de kilómetros buscando los mejores arroyos para la Vieja Pesca de la Trucha de Europa, para la Vieja Pesca de la Trucha en Hispanoamérica, para la Vieja Pesca de la Trucha en Asia y en África y en Oceanía. No me olvido de la Vieja Pesca de la Trucha en América del Norte, pues a ella también la conocí en profundidad, antes de a la Pesca de la Trucha en América.
Y ahora, tras un severo régimen equilibrado y variado, vamos a conocer a una Pesca de la Trucha castiza, ibérica y actual, pues está viva. El viaje de conocimiento nos llevará unos días: la Ida, la Pesca en sí, y la Vuelta. De paso pretendemos escabullirnos del calor tropical de aquí abajo, que aunque es mucho más liviano y llevadero que el sevillano o el extremeño o el cordobés —y da igual que los servicios meteorológicos institucionales y comunitarios se encarguen de dejarme por mentiroso; no les hagáis caso, siempre nos añaden los grados que sobran en otro sitio— no deja de ser un calor pesado e insoportable por momentos en medio del cual no hay forma de dedicarse a pescar trucha ni sardinas en lata.
Ya os contaré cuando vuelva. Eso será la semana del 22 de agosto.
Hasta entonces os deseo salud a todos.
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